He venido a sentarme
en un rincón del mundo
donde sólo la paz
medita y se entretiene
donde el hombre
es el hombre
inocente sencillo
y sale de sus ojos
el color de los pinos
He venido a juntar
la risa con el llanto
para hacer una luz
en el espíritu
he podido tocar con mis manos
el cielo
ver las estrellas del mundo
juntando los caminos
Y vi el mundo pequeño
trastornado de muerte
el alma de los hombres
en un solo destino
la canción de los pinos
ayudando a la brisa
a juntar las semillas
de los años vacíos.
A Mitad de la Vida
15 de Octubre 1977.
Saturday, August 20, 2005
La Catedral de los Pinos ( A Mitad de la Vida)
Solo Yo Lo Sabía (Poemas Para Un Solo Amor)
| Te ví llorar, mi corazón sabía que estaba Dios en tu llanto y tu palabra. Te hiciste grande, grande, ante mí sólo yo lo sabía. Fue profundo, intenso, fue hermoso, general. El hombre inmenso como el mar. Todo ternura, amor, terriblemente hombre. Todo un ser infinito. Te miraba: eras el Dios del amor, de la paz, de la firmeza, de la ternura, de la seguridad, un Dios interminable. Tenías un aura de amor. En tus manos había reflejos. en tu revuelto pelo había una luz. Tus lágrimas rodaban eran de miel. Y yo ante ese Dios solamente miraba, eras un Dios todo humildad, infinito. Qué pequeño era todo a tu lado. Eras el héroe, el héroe del amor naturalmente, no te importaba nadie un poco o nada pero seguiste siendo el héroe del amor amor en grande. ¿Pero sirven a veces las palabras cuando llora el corazón de un Dios y vuelve a no ser nada? |
Wednesday, August 10, 2005
Ya no usas tu Reloj (Poemas Para Un Solo Amor)
Ya no usas tu reloj.
Será que me he metido
en tus bolsillos
y te informo del tiempo,
de las rosas
que vende por la calle
iluso vendedor,
de las horas,
del sueño,
de los años
inmensos majaderos
que pasan
por tu viejo sillón
y tu noble cabeza
recostada.
Ya no usas tu reloj
ni mides el silencio,
tu tiempo se hace
ancho,
requieres
mi presencia
en lo que fuera
el tiempo
de tu tiempo.
Será que me he metido
en tus bolsillos
y te informo del tiempo,
de las rosas
que vende por la calle
iluso vendedor,
de las horas,
del sueño,
de los años
inmensos majaderos
que pasan
por tu viejo sillón
y tu noble cabeza
recostada.
Ya no usas tu reloj
ni mides el silencio,
tu tiempo se hace
ancho,
requieres
mi presencia
en lo que fuera
el tiempo
de tu tiempo.
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